domingo, 2 de junio de 2013

viernes, 9 de noviembre de 2012

Con Otras Palabras por Pabel A. Alba Hernández



Derecho con los derechos




Realmente te sigues dando cuenta que en realidad vivimos en un retroceso. No tanto de infraestructura o tecnología, sino más bien de atraso mental, cultural e ideológico. Un país donde las leyes migratorias sean inventadas por el gobierno de turno, donde sean ejercidas única y exclusivamente para los de “color”; donde se violen los derechos que cada uno de esos ciudadanos tienen a la libertad y al tránsito tranquilo por las calles. Donde unos desaprensivos se creen tener las leyes en sus manos y estar en la verdad de su ejercicio. Sigue siendo aún un país inagotable.

No pretenderá hablar de las situaciones en las que muchos de los millones de dominicanos se ven envueltos por el simple hecho de ser inmigrantes. Se nos olvida que tenemos un tío, abuela, sobrino, novia… en el exterior. No hablaré sobre eso, no es el tema de importancia.
Lo que si me llama la atención y me asombra es ver a un grupo de dominicanos buscando en las calles, en todos los rincones incluso dentro de autobuses del servicio privado, a todo aquél que por su color denote ser haitiano. ¿Acaso sólo existen haitianos sin papeles en este país? Si investigáramos, creo que la sorpresa sería enorme.

Ver esa escena durante quince minutos bastó para molestarme, disgustarme y escribir esto que pienso. No tienen derecho aquellos que violan los mismos derechos. Alguien que tire la basura en la calle; que recibe y promueve el soborno; que se cuela en las filas de los bancos; que tiene una botella en el gobierno; que vive de la denigración de los demás, no debería estar llamado a expulsar medalaganariamente, a estos seres humanos.

Si quieren comprobarlo visiten el kilómetro nueve de la autopista Duarte durante toda la mañana. Trujillo hace mucho tiempo que lo han matado pero en muchas cosas, lamentablemente, sigue vivo en muchos que repudian y les hacen la vida imposible a hombres y mujeres luchadores, pacificadores y trabajadores incansables como son muchos de los haitianos que nos privilegian por compartir con nosotros esta hermosa isla que Dios nos ha dado.

Hoy por ti, mañana por mí. No olvidemos que somos un país de migrantes. Que muchos de los nuestros no viven aquí. Ojalá y no tengan que pasar por este tipo de humillación.

¡Vete y no hagas tú lo mismo!



viernes, 28 de septiembre de 2012

Con Otras Palabras por Pabel A. Alba Hernández


Compartiendo con mis amigos una taza de café 

                         No me interrumpan, estoy estudiando

                                         En el restaurante

                                Vamos a disfrutar del Museo

Compartiendo con mi hijo



                                      Una tarde de “amigas”


                                                       Vacaciones en la Playa

                                     ¿Vamos al estadio? 


                                        Noche de pareja



                                    Fin de semana en casa

Vamos en el auto…

                                                           Navidad en familia

                  Mis padres no tienen mucho tiempo para mi

                                          Falta esto...

sábado, 15 de septiembre de 2012

No siembran ni cosechan Por Pabel Alba

No siembran ni cosechan

De paseo por la ciudad me percaté de que un hombre estaba vertiendo agua en una especie de cubo. ¿Por qué lo hará?-fue lo que me llegó a la mente. Más tarde noté que el lugar estaba rodeado de varias especies de aves y que allí iban a buscar agua para saciar su sed.

Me sorprendió mucho que en plena ciudad alguien se dedique y “pierda” su tiempo a hacer estas cosas. ¿Por qué preocuparnos por ellas? ¿Qué beneficios nos dan?

Como por arte de magia recordé las palabras de Jesús, “miren las aves del cielo, no siembran ni cosechan y sin embargo el Padre las alimenta”. Y es así. Ha puesto una persona que intuyo hace esta labor diariamente simplemente porque sí. Creo que en los ayuntamientos no hay personas contratadas para esta labor, a la sociedad le importa poco. Pero a este hombre al parecer le hace feliz. Lo hace con dedicación y esmero.

El Padre las alimenta, pero ese alimento no les cae del cielo. El alimento viene dado-en muchos casos- por personas que toman su tiempo a favor de estos animales.
Nos puede parecer una tontería. Es posible que esas aves puedan por sí solas buscarse agua para saciar la sed. Aún hay personas que viven con y en naturaleza. La cuidan, la riegan, la alimentan. ¿Cuál es el premio de todo esto? Poder vivir en un espacio sano y natural, y posiblemente, la felicidad. ¡Vete y haz tú lo mismo!